miércoles, 9 de diciembre de 2009

Te de cereza

La chica, aun sin incorporarse, terminaba de preparar su dulce té de cereza. Suavemente se acercaba la taza a la nariz, para apreciar el dulce olor a cereza japonesa. Cuando depositó la pequeña bolita de metal con las hierbas en la mesa, empezó a degustar su té. Debido a su tristeza, había depositado gran cantidad de azúcar para poder endulzar algo sus penas. Siempre había sido como un pequeño gato, no solo por sus pequeños y tímidos estornudos, o su forma de acurrucarse en la cama, sino también por su temperamento y personalidad. Solitaria e independiente, orgullosa y paciente, pero a la vez mimosa y necesitada de compañía y amor. A pequeños sorbos, para que no se acabara pronto, bebía aquella taza de té, recordando el porqué de sus lágrimas inexistentes, lágrimas de su alma, de su corazón, el cual notó con más fuerza que nunca mientras estuvo recostada haciéndose la dormida. A pesar de sujetar la taza con ambas manos, con un intento de fuerza, le temblaban, haciendo mas caso a su alma que a su cerebro. Terminándose la taza, y viendo que no oiría esa melodía tan esperada, la melodía de aquella voz que más ansiaba escuchar ese día, en ese momento, volvió a recostarse en su cama, en el intento de dormir y descansar para olvidar ese día…

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Relato muuuuuuuy muy antiguo, no se cuantos años tendrá, lo recuperé organizando archivos.