domingo, 27 de julio de 2008

Tiempo








NO ahoges el tiempo en lamentos...
NO ahoges el tiempo en penas...
NO ahoges el tiempo en dudas...

AHOGALO en alegrías,
AHOGALO en lágrimas dulces del nectar de tu sonrisa,
AHOGALO en cada día de tu vida, para exprimirlo al máximo.

El mundo desde mi pequeña ventana



Miro por mi ventana… y veo lo de siempre. Gente caminando con prisa sin fijarse lo más mínimo en aquello que hay en su alrededor.
Ojalá pudiera salir a caminar descalza por el campo, por un bosque, por la montaña, sentir la paz a través de mi piel, pero la rutina siempre llama. Me gustaría que esta fuera solo una sombra del pasado, algo que pasó y nada más, pero no tantas veces, como una película de una sola escena, repetida hasta la infinidad.

No lo pienso más, levanto una pierna hacia la ventana, luego la otra, y salgo al exterior. Noto el viento fluir entre mis dedos, escapando para seguir con su libertad. Noto la hierba bajo mis dedos, acariciándolos con su suave tranquilidad, aferrada a la tierra para no escapar. Camino hacia delante, sin saber a donde, eso no importa ya. El paisaje a mi alrededor es cada vez más hermoso, más vivo, más libre.

Veo una cascada. La brisa trae el agradable olor del agua y el dulce sonido del agua cayendo es como una melodía. Me tiendo en una pequeña zona iluminada por un cálido rayo de sol, a oír los murmullos de la naturaleza. Poco a poco me voy quedando dormida, fundiéndome con esta paz… con esta tranquilidad…con aquello que más ansiaba.

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Un texto que escribí ya hace tiempo, pero siempre me ha gustado. Tendrá casi 2 años ya...
Imagen de http://jb00bs.deviantart.com/

La bailarina errante




Hará un tiempo, existió una bailarina. Era jovencita, de una altura un poco más de la media, caderas anchas y curvas dulces y sinuosas. Largos cabellos blancos, semi-azulados, y unos ojos verdes oliva, penetrantes yexpresivos.

A pesar de esta belleza, y de tener muchos seguidores, era melancólica, solitaria, fría. Su danza era famosa, por ser delicada, elegante, pero triste, solitaria, de una gran melancolía. Bailaba al son de una música detoque árabe, de un tono sombrío, que terminaba de acompañar su solitario baile. No iba acompañada de músicos, sino que al pueblo o ciudad que llegaba, contrataba por unas monedas al mejor músico del lugar y le mostraba la partitura de la canción.

Pero un día, tras llegar a una pequeña ciudad, se encamino apreguntar por el mejor músico de la ciudad. Era un joven trovador que vivía a las afueras en una pequeña cabaña. Mientras se acercaba, una hermosa melodía iba resonando por los oídos de la bailarina, cautivándola por su belleza y su armonía. Era una melodía realmente hermosa, muy expresiva.

- Disculpe joven, soy una bailarina procedente de las tierras del Este. Vago por este mundo danzando por amor al arte. Llegué a esta ciudad, y me comentaron que es el mejor músico del lugar.

El joven trovador levanto la mirada de su guitarra. Sus ojos, azules como el cielo, miraron a la bailarina con tranquilidad. Una leve sonrisa, elegante y con una gran gracia, le contestó dejando de tocar.

- Saludos hermosa señorita. Sí, soy famoso en este lugar por mis dotes musicales.Cuénteme su preocupación.

- Quisiera que tocara esta melodía para el público, la cual yo acompañaré con mis pasos,si es usted tan amable.

El trovador tomó la partitura, mirándola fijamente mientras movía los labios leyendo las notas. Levantó la cabeza de la partitura, y lanzó una mirada de melancolía y pena hacia la bailarina, pero al instante de mirar sus ojos fríos, mostró una sonrisa, en busca de otra expresión.

- ¿Podrás tocarla?

- Será un enorme placer. – Para demostrarle su talento, comenzó a tocar la melodía, pero sonaba diferente en algún modo…

- …Perfecto. – Titubeo un poco la joven, al oír la melodía perfecta, tras solo haberla observado apenas durante unos minutos, pero lo que más le paralizo, fue el leve amago de sentimiento que transmitió con ella el trovador… un sentimiento que ella hacía tiempo perdió.

Acordaron tocar en la plaza de la ciudad a la mañana siguiente, al mediodía. La plaza estaba llena de gente, agitada por el mercado diario. Ambos se encontraron en la fuente. Ella llevaba un precioso vestido blanco, con sonoras monedas de plata, colgadas de su cinto. Él, con un precioso traje marrón y una hermosa camisa blanca, con su guitarra, decorada con motivos florales grabados en la propia madera.

- Atención ciudadanos, procedente de un pequeño pueblo de los países de Oriente, tenemos a la bailarina errante. Famosa por su elegancia y gracia danzando, nos deleitará con una hermosa danza. – pregonó el joven trovador.

Se prepararon para el espectáculo, con el corrillo de gente alrededor de ellos. Sacó un hermoso manto para su danza, y él se sentó en el borde de la fuente. Comenzó a tocar, mientras ella danzaba al compás. Pero, al breve tiempo de comenzar, volvió a sentir aquello que su corazón notó la tarde anterior, sin saber porqué, la melodía, a pesar de ser las mismas notas, era diferente… era… alegre, rejuvenecedora, tierna… Un instante se paró, cuando notó una lágrima cayendo por su mejilla, llegando a su boca, pero sus labios, antes inexpresivos, no estaban tristes, al contrario, mostraban una leve sonrisa.

Se giró hacia él, el cual alzó la cabeza, mirándola con una sonrisa agradable, con unos ojos vibrantes, fuertes. Dejó de danzar mientras sus miradas se cruzaron, mientras otra lágrima caía por su rostro, sus ojos recuperaban el brillo perdido hará años. De repente, la melodía, tomo un ritmo más alegre, un espíritu más feliz, más profundo y cálido. Comenzó a bailar con la misma gracia, pero de un modo tan cálido, tan cercano, que parecía que brillara y danzara con el leve frescor que procedía de la fuente.

Tras acabar la actuación, la gente aplaudió con gran alegría y gusto. Lanzaron una gran cantidad de monedas al dúo, pidiendo que volvieran otra vez. Se marcharon hacia la cabaña del joven a descansar. La joven se acercó al trovador, aún con la sonrisa ocasionada durante el baile. Se sentó a su lado, silenciosa. Estuvieron un rato sin articular palabra alguna, tan solo al rato comenzó a tocar una dulce melodía. La bailarina comenzó a cantar,conocía la canción de sobras, una canción que cantaba de pequeña siempre que estaba feliz.

- Sabes…no sé por qué, pero desde la primera vez que te oí tocar, noté algo en ti. Algo cálido… - dijo la bailarina.

- Se llama cariño, amor, amistad, cercanía hacia alguien. No sé qué te pasaría en el pasado, pero en cuanto te vi, note que te faltaba algo en tu interior, en esos ojos tan vacíos, tan solitarios. Ya había oído hablar de tu triste danza…

- Soy esa solitaria bailarina que baila alcompás de la música y la soledad, acompañada de la armonía en forma de pétalos y el ritmo de realidad... ” – cantó tristemente, mientras sus ojos volvían a perder brillo.

Antes de que continuara cantando, el trovador la abrazó con todas sus fuerzas, para que la tristeza no volviera a envolverla. Unas lágrimas de alegría recorrían sus mejillas, apoyada en los hombros fuertes. Un fuerte sentimiento de protección, de compañía, la rodeaban, mientras se alejaba de su alma el arraigado sentimiento de soledad que durante tantos años la tubo prisionera.

Ambos se sinceraron de su pasado, charlaron durante horas, cantando y riendo bajo la luz de la luna, acompañados del reflejo del agua de un lago cercano, y de la calidez de las llamas de la hoguera. Amaneció, con ambos dormidos, ella sobre su regazo, sonriendo con los ojos cerrados, y los dedos de él entre su pelo, de haber estado jugueteando con sus cabellos. Al despertarse, prometieron volver a verse pronto. Tras un dulce beso en la mejilla, se despidieron, hasta su futuro encuentro.

FIN

Imagen de http://dark134.deviantart.com/