sábado, 30 de agosto de 2008

Nieve teñida



Volvía a nevar.

Kya tomó sus espadas y salió por la puerta de la pequeña casa de madera. Las telas de su largo kimono azul, comenzaron a rozar con la nieve, fundiéndose con su blanco impoluto.

El vaho de su aliento salía de su boca, de sus rosados labios, mientras caminaba por un solitario camino, que se perdía en el horizonte. Solo se veía, blanco, y más blanco.

Una sombra se divisaba en el horizonte, sería un simple caminante en busca de refugio de la nevada.
Pero, al ir aproximándose, se quedó parado a espaldas de Kya. Ella, extrañada, continuó su camino, ignorando al caminante. Pero a pesar de ello, notaba como sus pasos la seguían.
Comenzó a aligerar el paso. Sin vacilar ante su acechador. De repente, se paró, alzando una de sus katanas ante un golpe fuerte, seco.
- ¿Qué pretendes? - preguntó Kya con el ceño fruncido y mostrando un poco sus colmillos.

- Eres esa maldita zorra, la que mató a todo mi clan.
- No sois más que una panda de sucios ladrones y viles asesinos. ¿Pretendes que os dejara con vida, despues de aquello en aquel pequeño pueblo?
- ¡Y a ti que te importa nuestros planes!

Y comenzó una fiera batalla entre ambos espadachines. El blanco impoluto, el blanco puro de la nieve... se tiño del fiero rojo de la sangre y la venganza...

jueves, 14 de agosto de 2008

Pequeña marioneta


Las cuerdas me mueven... me dejo llevar por alguien, que mis blancos ojos no logran alcanzar ver...
Pasan los días... y siempre alzo la cabeza buscando algún pequeño descuido de mi guía, para lograr verle el rostro...
Poco a poco logro visualizar algo, mis ojos comienzan a tomar su color original y voy notando como las cuerdas decaen...
Empiezo a notar que agrando, que ya no tengo el tamaño de una muñeca, que mis articulaciones están unidas por hueso y piel y no plástico y alambre...
Al fin tengo mi tamaño real, las cuerdas son meros hilos en el suelo, pero aun mis ojos no han llegado a su color original... hasta que le vi... allí estaba mi guía... mi salvador...

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Otro pequeño antiguo texto.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Mujer fatal


Llegué a mi casa y noté un olor extraño, pero familiar. Me aturdía los sentidos y embriagaba mi ser. Entré al salón, y allí estaba ella.
Me la encontré tumbada en el sofá. No me la esperaba en mi casa, tras todo aquello que había ocurrido. Sentí un escalofrío, un escalofrío como un aire frío de venganza. Dejó el cigarro que tenía en su mano, sobre aquel cenicero que solía usar tras aquellas largas noche que habiamos compartido. Se incorporó, apoyando un brazo en sus rodillas, observándome atentamente en silencio, mientras acariciaba su pelo con la otra mano. Su mirada lo decía todo. Comprendía que no tenia nada que hacer, que en cierto modo, la culpa tambien era de ella, pero no estaba satisfecha. Era una joven muy hermosa, de largos cabellos negros y ojos cobrizos, los más hermosos que jamás había visto. No se daba cuenta que era un ser dañino, porque su belleza y persuasión solo aturdía a los hombres, haciéndoles olvidar todo cuanto había a su alrrededor. Yo, era el único que había logrado huir de su hechizo, y parecía que lo entendía, pero su orgullo podía con ella...

A la mañana siguiente, lloros, lágrimas, abrazos de consuelo... Mi hermana había encontrado mi cuerpo llaciente en mi piso, cubierto de sangre en aquel sofá, con petalos negros y rojos de rosas... como aquella mujer fatal... ese demonio...

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Otro pequeño texto escrito hará mas de un año

martes, 5 de agosto de 2008