miércoles, 13 de agosto de 2008

Mujer fatal


Llegué a mi casa y noté un olor extraño, pero familiar. Me aturdía los sentidos y embriagaba mi ser. Entré al salón, y allí estaba ella.
Me la encontré tumbada en el sofá. No me la esperaba en mi casa, tras todo aquello que había ocurrido. Sentí un escalofrío, un escalofrío como un aire frío de venganza. Dejó el cigarro que tenía en su mano, sobre aquel cenicero que solía usar tras aquellas largas noche que habiamos compartido. Se incorporó, apoyando un brazo en sus rodillas, observándome atentamente en silencio, mientras acariciaba su pelo con la otra mano. Su mirada lo decía todo. Comprendía que no tenia nada que hacer, que en cierto modo, la culpa tambien era de ella, pero no estaba satisfecha. Era una joven muy hermosa, de largos cabellos negros y ojos cobrizos, los más hermosos que jamás había visto. No se daba cuenta que era un ser dañino, porque su belleza y persuasión solo aturdía a los hombres, haciéndoles olvidar todo cuanto había a su alrrededor. Yo, era el único que había logrado huir de su hechizo, y parecía que lo entendía, pero su orgullo podía con ella...

A la mañana siguiente, lloros, lágrimas, abrazos de consuelo... Mi hermana había encontrado mi cuerpo llaciente en mi piso, cubierto de sangre en aquel sofá, con petalos negros y rojos de rosas... como aquella mujer fatal... ese demonio...

-

Otro pequeño texto escrito hará mas de un año

No hay comentarios: